jueves, 4 de febrero de 2010

REGIAMAG ISSUE#6 - ABSOLUTAMENTE FABULOSO

MI COLUMNA EN LA "REGIA"

"ABSOLUTAMENTE FABULOSO"

REGIAMAG
ISSUE#6
SEPTIEMBRE 2009


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REGIAMAG ISSUE#5

MI COLUMNA EN LA "REGIA"

"SURFING FASHION"

REGIAMAG
ISSUE#7
JULIO 2009


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REGIAMAG ISSUE#7 - "SEMANA DE LA DULZURA"

MI COLUMNA EN LA "REGIA"

"SEMANA DE LA DULZURA"

REGIAMAG
ISSUE#7
NO-VIEMBRE DI-CIEMBRE 2009


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lunes, 25 de mayo de 2009

CANOPUS GOLPEA DE VUELTA - UR#2

CANOPUS GOLPEA DE VUELTA
UR (ARQUITECTURA)#02 Conversar
http://www.ur-arquitectura.com.ar/
version pdf oficial castellano/Inglés



Un diálogo provocador y una ficción estética; un ímpetu por hacer del periodismo, o la crítica arquitectónica un modo de accionar. Una manera de provocar oposiciones, suposiciones,… de determinar posiciones, como en otras épocas.
Sería demasiado definir “Canopus_Fanzine de arquitectura” de esta manera. Y es verdad que quizás no exista un solo artículo en las 13 ediciones, con suficiente estructura como para ser siquiera denominado ensayo. Pero se los podría suponer como una serie de cartas de lector, un lector muy concentrado en insistir en un diálogo. Un lector un poco preocupado por un quehacer arquitectónico, y por qué no también, de obtener un poco de notoriedad. De ahí, quizás, la insistencia en el formato papel (en épocas de la blogalización).

Canopus fue el primer fanzine de arquitectura homocore, y hasta donde yo sé, el último en toda la cuenca del Río de la Plata. Una publicación independiente, llevada a cabo por fanáticos, que hereda la estética y la actitud hardcore de los fanzines de música. Que habla sobre arquitectura, sin las trabas del copyrigth, la erudición académica en el lenguaje, la publicación de documentación propia y/o exclusiva… y todas las demás reglas editoriales que aquejan a las demás publicaciones –Imagínense libres de semejantes ataduras para escribir sobre arquitectura: ¿un disparate?. Demostrado está que lo escrito no fue ninguna pelotudez, entonces un fanzine de arquitectura es algo de culto.

Si me propusiesen explicarlo de una manera extensa, recopilaría las editoriales de cada Canopus, y las editaría una atrás de otra en una nueva publicación. Así se podría sintetizar un poco el plan de acción. Pero en este caso tengo ganas revisar otros aspectos.
Hay que hacer mucho hincapié en el espíritu aventurero – y mucho más naif que el acostumbrado- al intentar dialogar con los big boys. Utilizado como un medio de legitimación, centrado en la ostentación editorial. Quizás uno de los rasgos más olvidados y/o despreciados por las editoriales de la actualidad: la suposición de un público expectante de un discurso, de uno sólo. Semejante supuesto provocaba un gran sentimiento de libertad. Algo parecido al rótulo de “periodistas del espectáculo”. La ostentación de un fuerte punto de vista, por sobre los datos de archivo o un simple desarrollo estético-crítico, es un aliciente en tiempos de relecturas menos provocadoras. “No hay nadie que se banque un archivo”, diría un allegado… una y otra vez.
En arquitectura parece que nadie se “banca un archivo”, y así y todo pareciese que seguiremos con los edificios por mucho tiempo más. ¿Hay algo con más forma de archivo que un edificio? Sí. Los postulados de la arquitectura… y sus apéndices, claro, y luego sus revisiones, junto a sus revisionistas. Todos archivos, que nadie logra esquivar sin caer en por lo menos en un doble o triple discurso. Quizás por eso las vedettes de “CANOPUS en las grandes ligas” vienen a ser, por un lado Philip Johnson, y por el otro un tal Koolhaas. Entre provocador y bochornoso, en épocas de la muestras sudacas, el auge “constructorista” post crisis, y no se cuantas otras cosas más, hablar en tono semejante de estos “grosos” sonaba a una verdadera “viejada” (demodé).


Crítica criticada, Johnson siempre en nuestro horizonte.

Primero decidimos escribir sobre P.J. (“C#6”), y a continuación sobre R.K.
Recuerdo cuan inspirativo fue para el posterior desarrollo del “C#7”, el articulo “Bromas en Serio” (1-“3.Bromas en Serio. 3.1. Philip Johson. El cándido rey Midas de New York Camp. Charles Jencks. Arquitectura Tardo moderna y otros ensayos- GG), en el cual Charles Jenk, describía con lujo de detalles (indumentaria incluida) la entrevista que tuvo con el mismísimo, a raíz de una voluntad del escritor en re-publicar (en un contexto bastante amplio de la, para ese entonces no menos extensa y ya aburrida, carrera de Philip Cortelyou sus positivas declaraciones a favor del efervescente nazismo en los años previos a la guerra. El autor deja en claro la necesidad de pedir permiso a Johnson para exponer tan delicados dichos nuevamente, pero en la sola consulta, radica un ataque. Una voluntar de provocación extrema, al encarar un escrito, pidiendo permiso al implicado para utilizar lo peor. En este caso, no un edificio malo, sino recordar un dicho que lo condenaría hasta la actualidad. Sería algo como “te quería comentar que te vayas preparando porque voy a intentar hacerte mierda…, podés ir pensando tu respuesta”. Y Philip no necesito más. Su respuesta in “real time”, y con una delicada sonrisa, luego de haber ofrecido algo de tomar a su interlocutor, fue: “Sí, por supuesto, puede utilizar lo que quiera….pero por favor, recuérdeme: ¿qué era lo que decía yo en esa época?”. “Desde luego, ¿y qué decía yo?”. Outstanding!.

También recuerdo cuan natural fue la idea de continuar con el holandés. Reflexionado un poco sobre él porque, hoy por hoy prefiero traer a relación una explicación del propio Rem, sobre cómo funciona la crítica en arquitectura, o por lo menos cual es el efecto en lo personal de una crítica de arquitectura; algo muy típico de una estrella con poco humor. Dice algo como: “Una reseña tiene el sentido de una comunicación privada y privilegiada entre el escritor y el público…
Leer una reseña de una obra propia es como sorprender una conversación íntima: vagamente ilegal, ligeramente obsceno, horriblemente fascinante.”

En un primer escenario: New York. Edificio Seagram. Phillip Johnson, con una magistral cintura esquiva un exocet de parte de Charles Jenk. Y en un segundo escenario: Revista Arquitectura Viva. Rem Koolhaas se pone a la defensiva por una estupidez que escribió Kenneth Frampton sobre su obra.

Nuestro desafío era un poco plantear este tercer escenario: de un lado Koolhaas, nuevamente, y del otro, nosotros, el “grupo canopus”, con una propuesta mucho más fresca: proponerle que sea Philip Johnson y se rescate de la histeria editorial que no lo estaba dejando en ningún lado.
Es verdad que la distribución de canopus era por aficionados y para aficionados. Entonces lo más interesante surgió de considerar a muchos “pro” de la arquitectura, como aficionados. Alguien lo destacó como una forma de generar un diálogo por medio de la provocación.
Decidimos escribir sobre el “Contenido” de este tipo y su nuevo libro, y se lo mandamos por correo de la misma manera que lo dejamos en disquerías, fanzinotecas, o se lo dimos de mano en mano a cuanto “aficionado” de la arquitectura se nos cruzó. Consiguió alguien que le tradujera el imposible castellano. De esta manera tenía oportunidad a réplica, y la aprovechó: “decidió fotocopiar personalmente cien números y repartirlos entre sus colaboradores… Hubiésemos querido que se fotocopiase el trasero a continuación, pero creo que es mucho pedir para un arquitecto”. (Pablo Canopus. “Nos vas a comparar”. Revista Éxito. 2006. www.exito.com.ar)
Es como si en vez de sorprender una simple conversación íntima, directamente uno pudiese escuchar a dos o más personas hablando mal de uno mismo. Un misil teledirigido que forma parte de una “conversación íntima” pero que también incluye por medio del envío a la “víctima”.
El resultado es mucho más interesante; lejos de ponerse uno a la defensiva, como en el caso de un polite approach editorial, uno puede determinar una accionar más concreto: dejarse hacer polvo por propio gusto, desestimando de esta manera el ataque…, o hacer como que es otra persona y sumarse a la discusión. Y cientos de opciones más. Es gracioso pensar que haciendo esas 100 fotocopias del fanzine, previamente traducido por sus empleados sudamericanos, El, cumplía con la primera enmienda de la acostumbrada editorial al principio de cada número, y por propiedad transitiva recuperaba parte de la onda que el articulo se había empeñado en restarle.

Creo que si no fue destacado hasta ahora, este es el momento. Canopus aparte de ser un fanzine dedicado a la arquitectura, se presentaba como una publicación también dedicada a la reflexión sobre Moda; no diseño, ni tendencia, sólo Moda. Toda esta voluntad del “corre ve y dile”, tan ajena al periodismo de arquitectura, fue uno de los grandes aportes de nuestros colaboradores de la moda. Para quienes se han familiarizado desde siempre con las crónicas durante la semana de la moda el ataque directo en busca de un reflejo inmediato es un juego muy viejo: dires y diretes, charlas de sobremesa, idas y venidas, y… más recientemente blogueadas y updateadas de último momento. Desde siempre, o por lo menos de mi conocimiento, desde los 90’s, los diseñadores han permitido que los redactores se paseen por sus talleres durante los días previos al show, de esta manera estos podían escribir algo, que publicarían con el grueso total de lo recolectado, o dedicar un apartado, incluirlo con las reflexiones post desfile, o directamente (en tiempos de la blogalización, nuevamente) hacer indiscretos adelantos. Golpe bajo al diseñador que se pasó un poquito de moda, al que se quedó corto, al que se fue a la mierda, al que la pegó de una manera magistral… Y todo el mundo lee, todo el mundo se ofende, y a todo el otro mundo se le sacan las acreditaciones para pasearse por el backstage, a todo el mundo se le niegan un asiento en la primera fila después de una mala pasada, etcétera. Ninguna comunicación privada, ni privilegiada, sólo provocación, adrenalina, tatlering, y demás.
Algo de eso intentamos, humildemente, aportar a la vida de los arquitectos.

Los arquitectos no presentan los edificios, al menos no todos juntos en una misma semana. No arman una escena, donde contratan extras y muestran como estos usuarios falsos utilizan y “viven” el edificio, frente a la atenta mirada de los nuevos “Moholy Nagys”. Imaginemos inauguraciones colectivas. Sería muy divertido. Por ejemplo, en la primera semana de octubre viajaríamos a Barcelona, para saltar de presentación, en “opening”, viendo la nueva propuesta de todos los estudios condensada en su flamante nueva obra. El que haya podido construir un museo, organizaría un gran evento, el que presentase una pequeña vivienda unifamiliar, lo haría con un cóctel, o una cena solo para los editores. Es mas, con los meses, por no decir los años que dura una obra, nos podríamos acreditar para pasearnos por la construcción, viendo, suponiendo, calumniando, y anticipando de antemano la caída del gran arquitecto estrella del pasado, o el sorpresivo ascenso de un nuevo talento.

Pero creo que nadie lo haría, porque en arquitectura se escribe mucho, pero de a ratos. Y cuando uno decide escribir de un edificio en particular, se debe hacer un repaso por toda la obra del autor. Y sólo cuando están terminados. La moda entraba de esta manera en Canopus; una especie de desenredante, de crema de enjaugue, para ideas anticuadas.
De esa misma interacción surgió la idea era hacer algunos reportajes fotográficos sobre un par edificios de gran notoriedad. Llamar a fotógrafos amigos, determinarles los lugares, y acompañar el marco del edificio con alguien en bolas. Arquitectura + pornografía masculina. Hubiese sido una buena forma de atraer nuevas miradas hacia la arquitectura; esencial en épocas de tanto aburrimiento. “Edificios y culos”. “Torres en Puerto Madero… la vergas que amamos”. También habíamos pensado en mujeres, pero nos parecía demasiado evidente. Hustler seguramente debió hacer algo muy parecido décadas atrás.
Canopus sólo volvería a publicarse en estas condiciones editoriales -hay un plan, o por lo menos un par de ideas; “101 edificios donde desnudarse antes de morir”-.
De esa ambiciosa idea original surgió todo eso de los “chicos -en bolas, o no tan en bolas- del mes”. Elegiríamos temas de arquitecturas sobre los cuales escribir, y un pibe para descansar la mirada; una ecuación que no podía fallar. Nada que Johnson o Koolhaas ya no hayan hecho de alguna u otra manera, ¿no? El homoxidal estaba en nuestro horizonte, también.

Mucha velocidad al comienzo de una carrera otorga buena fuerza de envión, pero te deja después sin aliento y con una puntada en los pulmones (que se siente en el pecho). Algo de eso sucedió con los 13 números (y cientos de advertencias) teledirigidos a la conciencia de los jóvenes arquitectos en menos de un año y medio. Nos molestaban demasiado las palabras del tipo: diseño, diseñar, “auge de la construcción”, Prada, di Tella, Vekstein. Demasiado, como para detenernos a pensar cuan inofensivas eran en realidad. En cambio amábamos al Easy (CANOPUS #7), a Margiela (CANOPUS #2), las estaciones de servicio (CANOPUS #1), las noticias de abusos en locutorios (CANOPUS #5 a,b,c), y los edificios reutilizados (CANOPUS #3, #8)… no refuncionalizados, tampoco ocupados, y mucho menos okupados! Sólo re-utilizados. Al pedo.

Inicio de actividades, 2004. Pero con los ojos puestos en los 5 años anteriores. Mucha gente estaba movilizada hacia expresiones artístico-editoriales, arquitectónico-conceptuales. Enunciadas las “13 advertencias”, la gente desayunaba lecturas, y la facultad se caía a pedazos; eran épocas de mucha efervescencia y mucha impostura. Arquitectura editorial alguien sopló al pasar, pero no hicimos botellas. Sino fotocopias, anillados, bolsas de papel, broches y mucha fotocopia. Canopus era parte de todo eso, más que de los blogs, yo creo.












ARQUITECTURA DEGENERADA

“Arquitectura Degenerada”

RAMONA 51, Julio 2005.

Dossier. Club de Arquitectura

www.ramona.org.ar/files/r51.pdf



Hablar de arquitectura degenerada no es hablar de arquitectura homosexual, sino de “arquitectura gay” (sin ánimo de seguir ahondando en una problemática lingüística). Pero hablar de arquitectura gay es probablemente hablar de arquitectura masculina. Gay, pero hombre. Sin embargo, la problemática de roles subyace en una dualidad. Una dualidad en donde el carácter plenamente visible y evidentemente fálico de la arquitectura masculina se presenta sometiendo al femenino.
De todos modos, hablar de género en arquitectura no debería remitirse puntualmente la cuestión de si es hombre o mujer quien construye: el género del autor. El duelo entre arquitectura masculina vs. Arquitectura femenina, y arquitectura de género vs. Arquitectura degenerada, plantea la cuestión de desde un óptica quizás más profunda que el problema de la autoría.
La arquitectura gay es una arquitectura degenerada, ya que es en sí misma la degeneración de ésta. Aquí la problemática se invierte, no es el autor quien define el género de su obra, o quizás en una primera instancia sí, pero la desviación parte desde el uso. El nuevo género deviene con el tiempo, y sin la mediación por parte del autor. Una identidad transfigurada in real-time. Una corrupción de la arquitectura.
Entonces ¿si la posibilidad de un degeneramiento no es algo factible de ser controlado desde el rol de autor, o de poder decidirse desde el principio y para siempre, toda arquitectura deviene en degeneración? ¿o existe cierta producción arquitectónica con mayor tendencia a degenerarse?
Me gustaría plantearlo de este modo. La modernidad, a través de una precisa selección, retomó elementos del pasado a los cuales consagró como la prehistoria de la modernidad, y negó todo lo demás. De este modo, una villa Palladiana logra convertirse en un elemento potencialmente moderno y no así Versailles. Es decir, existe una predisposición presente desde el principio; el grado de sintonía con el corruptor es un vínculo que se construye sobre la hecho mismo de la ocupación, pero existen elementos que definen un tipo diferente de identidad. Características potenciales que se detonan en un marco de seducción entre arquitectura y usuario.

La corrupción de la arquitectura es algo casi tan natural y necesario, como el “buen uso” de ésta. Corromper el espacio, intervenirlo en desmedro de sus cualidades confortables es sin duda un impulso de adecuación a la arquitectura tan vitalmente saludable como cualquier otro. La degeneración del espacio público hacia nuevos horizontes, dentro del marco de “esta” arquitectura gay que todo lo descompone y desarticula, ha sido –como todo fenómeno culturalmente antinatural– muy difícil de detectar en la cotidianeidad. Difícil de detectar y delimitar como algo positivo y constructivo, inclusive desde dentro de la labor como profesional, como arquitecto. Han sido los artistas quienes a través de sus obras han detallado, aunque más no sea de manera inconsciente, las características de la arquitectura gay.

Me gustan mucho los dibujos de TOM of Finland. Me gusta mucho la arquitectura presente en sus historietas; me gusta la lectura clara y precisa que se puede hacer en ellos sobre el problema del espacio público, sus posibilidades de uso y apropiación. Al leer cada uno de los capítulos de sus comic “Kake”, es inevitable no ser seducido por una inquietante concepción, de lo que como urbanistas podemos determinar como: las actividades que se desarrollan dentro de, y que determinan por consiguiente la necesidad y la existencia, de un espacio entre la frontera de lo público y lo privado; el “espacio semi-privado”.
Una arquitectura del espacio urbano, del esparcimiento… una arquitectura del placer y el confort privado en el espacio público. Un espacio público moderno. Una arquitectura que se desarrolla gracias al uso no moralista del espacio público.
Una arquitectura de estado: El estado como ente amoral y la arquitectura como expresión lúdica, y como expresión laica. La arquitectura degenerada, la arquitectura gay.
Una arquitectura institucional de gran complejidad espacial, de esparcimiento social sin límites; sin niños, sin guarderías, sin sector “no fumadores”, sin carteles de “sólo personal autorizado”. Una arquitectura con la fisonomía de la infraestructura deportiva; un urbanismo a lo “ciudad deportiva”, dedicado al aprendizaje del placer y el tiempo libre: ¿espacio público–semiprivado gay?
La arquitectura deportiva, la arquitectura fabril. La arquitectura de los espacios del trabajo y del esfuerzo físico, sin accesos restringidos –acceso libre a los espacios de cocina, administración, carga y descarga de materiales, logística, vestuarios, salas de máquinas… El espacio donde el individuo no es ni cliente ni usuario, sino que participa de la institución. Una arquitectura de “rol”, arquitectura de rol fetichista, una arquitectura “institucional degenerada”.

Concebir dicha arquitectura dentro de la ciudad y su complejidad institucional, es concebir la práctica de un urbanismo de redes sociales, vinculando instituciones prácticamente obsoletas. Instituciones (ya no necesariamente presentes en edificios) donde son prescindibles los resultados productivos del servicio ofrecido; aquí lo importante es la experiencia de ejercer un rol en determinada actividad. Es concebir una arquitectura a otro nivel funcional: un usuario constructor de institución y de arquitectura.
Aunque estas relaciones urbanas no siempre se presenten demasiado claras y definidas, es posible detectar su presencia en todas las instituciones de nuestro sistema, y en todas las ciudades occidentales. Aún así, las historietas de Tom parecen pertenecer a una sociedad con una estructura política muy diferente a la nuestra. Pienso en la relación trabajo y tiempo de ocio, la cual no parece ser un equilibrio, sino más bien una mezcla. Algo bastante imposible de concebir dentro de las estructuras políticas, sociales, y económicas de nuestras sociedades. Pero también, de algún modo estas prácticas están muy presentes en nuestras instituciones; la arquitectura da a lugar a ciertas practicas sociales, ya no digo siquiera para las cuales no fue proyectada, sino a las cuales ni siquiera detecta. La arquitectura degenerada surge, de algún modo entre el aire que deja el ajuste de las instituciones actuales a la arquitectura, y la densa red de relaciones urbanas donde éstas se apoyan, se inserten.

Quizás las actuales relaciones urbanas que conformas nuestra sociedad sólo alberguen dichas prácticas sociales de forma parasitaria. Es muy probable que hoy por hoy la arquitectura gay no sea más que un problema de impureza institucional, un sobrante, “una falla en el sistema de limpieza”. Pero hubo ciertos momentos a lo largo de la historia, donde primaba la idea de una sociedad más equitativa e igualitaria, los cuales redefinieron y alimentaron el inconsciente colectivo del bon vivant gay, esa filosofía de vida basada en la completa libertad individual, y una ya no tan compleja relación entre trabajo esparcimiento. La igualdad entre todos los hombres, una nueva regulación laboral, las vacaciones en centros estatales colectivos, la democracia a nivel de las relaciones domésticas, la idea de “a la mañana trabajar de obrero, y de noche ser crítico de cine”, todas juntas han dado forma al inconsciente colectivo del paraíso gay.
Es por eso, que de algún modo nunca dejé de pensar dónde se sucedían las escenas de muchas de las historias de Tom. Era un ejercicio que me divertía hacer cada vez que volvía a hojearlas: ¿Cuál era la locación de mis historietas favoritas? Paraíso gay. Arquitectura paradisíaca?
Mi sospecha siempre habría girado en torno a frágiles deducciones y presupuestos tendenciosamente orientados hacia la posibilidad de una crítica arquitectónica.
La mayoría de sus historietas sólo parecían poder desarrollarse en un lugar: un lugar que fuese el punto medio en un morphing geográfico-institucional, entre las calles de San Francisco, la costa oeste de los Estados Unidos, y como contrapunto la arquitectura de estado de la Rusia de la revolución –algo de todo esto intentaba mostrar de forma caricaturesca el video “Go West” de los Pet Shop Boys. Esos montajes de animación virtual, donde un grupo de hombres recorría una soleada Moscú futurista, cargando estandartes rojos, entre esculturas de hierro pintadas de colorado a lo largo de una enorme escalinata, al grito de: “vamos al oeste... a donde los cielos son azules”, “a donde hay mucho espacio”, “a donde estaremos juntos”–.
El paseo, el recreo, el fetichismo en el trabajo pesado, el placer estético, el teatro, las vacaciones, el ejercicio físico, la rusticidad, la eficiencia material, la modernidad; todo en un mismo lugar, en el contexto social preciso.
La arquitectura Rusa de la revolución, es el marco perfecto para una ejemplificación teórica de esa posible arquitectura estatal gay.

Confundido ya por el error geográfico de estos artistas (el de los Pet shop boys, el de Tom of Finland), comienzo a pensar en este paraíso arquitectónico gay como eso: un error geográfico. Un error geográfico urbano, que tiene como marco una arquitectura de rol, un funcionalismo más metafórico (si es que esto fuese posible). Un funcionalismo metafórico. Como el del Tanatorio de Le Corbusier oculto detrás del proyecto del Hospital de Venecia que nos develaba Quetglas, en sus encuentros y esparcimientos (I). O como el de la Universidad de St. Andrews, subyacente en los encuentros sociales entre los estudiantes que intentaba generar Stirling, al deliberadamente proponer “cortos y poco atractivos corredores (deliberadamente estrechos y mal iluminados) que llevan a las habitaciones de los estudiantes”. Y continúa explicando. “Algunas veces es necesario crear espacios de estas características con el objeto de incrementar la utilización de las áreas cuyas actividades se pretende estimular.” (II).

Me permitiré llevar al extremo los límites de este “funcionalismo metafórico” (como marco para esta arquitectura degenerada). Y de este modo enunciaré cuál sería a mi entender su ejemplo más radical –regulando lo riesgoso de tal ejercicio teórico, al permitirme surfear en el plano de los elementos que conforman el “inconsciente colectivo gay” del urbanismo. Es decir, declarar un edificio en particular como “el más claro ejemplo de la prehistoria arquitectónica de la cultura gay de este siglo XX” (ni pienso remontarme a épocas en donde lo gay no existía como cultura, sino sólo como práctica sexual) sería simplificar ridículamente la problemática y volver el tema en algo definitivamente muy aburrido. Por otro lado, continuar rodeando, redefiniendo, y complejizando la posibilidad de definir el concepto de lo gay en arquitectura sin nunca enfrentarse cara a cara con la verdad material de la ejemplificación y del juicio de valor, no haría honor a la costumbre digna del arquitecto moderno, de siempre hablar de una arquitectura en particular. Señalando con el dedo: “Eso es arquitectura... aquello no es buena arquitectura”. Surfearé entonces.

Si Melnikov era puto o no era puto, no me interesa (sabemos que era casado). Si los camaradas que persiguieron exhaustivamente a los homosexuales, eran tan comunistas como maricones a puertas cerradas, o sólo no prestaban atención a los figuras de jóvenes rusitos sin ropa que S. Eisenstein dibujaba entre toma y toma, no lo sé.
Pero sí sé que todo el panfletismo revolucionario, orientado a la igualdad de masas, la regulación laboral, la erección de la figura del obrero como ejemplo de individuo libre y de completa entereza, ha seducido desde entonces a la cultura homosexual (en este caso decimos homosexual, no gay). Y es el funcionalismo metafórico de la arquitectura rusa la que se presenta para mí como el ejemplo perfecto de ese inconsciente cultural. Arriesgándome de este modo, a señalar no un edificio, pero si una tipología arquitectónica como tal: en ingles, “the workers' clubs”. Los clubes de las Fábricas.
Muchas de las fábricas poseían uno.

Pero la fragilidad de estas presuposiciones se fortalecieron frente a ciertas reflexiones surgidas sobre la posibilidad de una discusión sobre “el género en al arquitectura”, frente a un texto muy interesante que precisamente se cuestionaba cuál era el verdadero aporte de la arquitectura gay en la ciudades contemporáneas. El texto “toilettes of tomorrow”, me hizo pensar en una repuesta que me pareció muy interesante: el paraíso gay no existe, pero la arquitectura gay lo puede reconstruir a través de imágenes fragmentarias, redefiniendo el uso del equipamiento urbano y socavando la integridad de la figura de la arquitectura eficiente, a lo largo de toda la ciudad prácticamente sin precisar sucesos materiales. Sólo reglas y relaciones sociales trastocadas (he aquí la formula de transformar el agua en oro, para los del planeamiento urbano). Pero no son éstos fragmentos inconclusos. Sino situaciones, que más que pruebas pilotos, se presentan como casos ejemplares del más astuto urbanismo moderno.

Este urbanismo gay ha reconocido los beneficios del baño público. Transgrediendo su función, se ha logrado desvincular un espacio concebido de forma plenamente funcional de su única razón de ser. Perpetuando el fenómeno en base al éxito de la refuncionalización. Esto debería ser tomando como un claro ejemplo de cómo se ha logrado resolver una problemática subyacente desde siempre en la problemática del habitar: el baño como escenario sexual. De tal modo que se ha logrado articular en el espacio público un escenario sexual comunitario. No de un modo completamente explícito, pero si lo suficiente publicitado como para dar por descontado este tipo de actividades en cualquiera de las instalaciones de los edificios públicos en general. Tanto, que creo que es más lógico en el diseño de una edificio publico, rotular en un plano de replanteo, o en una planilla de locales a los espacios destinados al servicio sanitario como Tetera (tea-room) más que como Locales sanitarios o baños públicos. Nuestros aficionados a los baños públicos podrían servir como grupo sobre el cual testear nuevas ideas de cómo hacer estos locales más eficientes respecto de su nueva utilización. Entendiendo que las intervenciones no deberían alterara de forma explícita el desarrollo de las actividades, el aprendizaje en términos de un urbanismo silencioso, y menos evidente en términos expresivos y formales, redefiniría profundamente la relación entre planeamiento urbano y construcción.

Por otra lado, la arquitectura gay se percibe recortada dentro de la ciudad de modo evidente, al detectarse –implícita en su esencia– una nueva forma de interacción entre los individuos y los espacios que la arquitectura no logra categorizar respecto de las nociones burguesas de confort y bienestar. El ejemplo de los baños no es un caso aislado. La ausencia de verdadero confort, se transforma en la algo plenamente seductor para el usuario. Lo inhóspito del espacio, no sólo atrae por la evidente privacidad ante la poca afluencia de público. La libertad que implica el anonimato personal sumado al anonimato del contexto, propone una nueva experiencia espacial. El espacio verde inserto en el tejido urbano, siempre ha tenido dicha cualidad. La ausencia de equipamiento confortable define otro tipo de relación con el espacio comunitario. Las áreas restringidas u olvidadas dentro de las mega-estructuras urbanas (ya sea orientadas al rubro sanitario, burocrático-administrativo, deportivo, vial, etc.) proponen solares donde prolifera la presencia de artefactos, maquinarias, junto a un equipamiento técnico-arquitectónico irrepetible en otros sectores de la ciudad ofrecidos al esparcimiento público. La seducción que generan estos lugares es prácticamente un impulso de libertad junto a una pulsión afrodisíaca.

Los baños, los artefactos de los baños, las cámaras y las antecámaras, los pasillos de servicio, las escaleras de incendios, las salas de maquinas, el desván, los sótanos, las despensas, los vestuarios, “las regaderas”, el garaje, los estacionamientos (parking-lot), los bajo escaleras, los ascensores, las azoteas no transitables... los artefactos. La arquitectura afrodisíaca.
Las rampas, las barandas, las puertas trampa, las salidas de emergencia, las salas para fumadores, los baños públicos para discapacitados... La arquitectura del morbo.

De pronto, la arquitectura del morbo. Una arquitectura no degenerada: proyectada así, de una.
El siguiente es un ejemplo pequeño un poco tonto, pero que viene muy al caso:
Todos los años el VPRO invita a un artista a realizar un proyecto en la sala de vidrio de la entrada-recepción de su sede principal (Villa VPRO - MVRDV arquitectos). “The Smoking Lounge” de Gerald Van Der Kaap (1997-1998), fue el primero de esta serie de proyectos. El proyecto consistía en transformar la recepción en un salón de fumadores donde, aparte de ofrecer el equipamiento correspondiente a una sala estas características –cantidad de ceniceros de acuerdo al porcentaje de fumadores estimados, cortina de viento, asientos, etc. –, una serie de videos se proyectarían a través de monitores. Videos de explícito “smoking fetish content”, el fetiche de ver gente teniendo sexo mientras fuma, o simplemente el fetiche de excitarse viendo a alguien fumar; teen Smoking, smoking oral sex, etc. Una intervención muy simple pero que sirve como ejemplo bastante gráfico de que tipo de reconstrucción fragmentaria es necesario hacer para percibir los logros de esta arquitectura. Una arquitectura encargada de corromper los espacios de la arquitectura tradicional, en pos de generar estímulos muy precisos en un público ávido de un rol más activo dentro de las instituciones y la ciudad.

Esta última clasificación es el resultado de ya varios años de decodificación de estos fenómenos. Muchos ya han aprendido a dejar de lado los tabúes, de los que la arquitectura clásica y moderna está compuesta. Pero esto no significa dejarlos de lado por completo, todo lo contrario, permitirse entender que son necesarios y que es muy divertido meterse con ellos, sean de la naturaleza que sean. Y como muchos ya han aprendido, es lógico que la arquitectura gay del morbo, presente alguna que otra obra clásica factible de ser individualizada como hito en esta breve historia que acabamos de intentar reconstruir. A mi se me ocurre una –y como toda obra tomada como enclave en una línea de tiempo, su elección nunca es muy sorprendente, sino más bien obvia y aburrida–. La casa en Burdeos de Rem Koolhaas (1998), o más conocida como “Casa para un discapacitado”, o “la casa para el paralítico”. Que aburrida, que obvia, cuan pretenciosa es. Pero que magníficamente salvaje, y absurda.
A mí me encanta la idea de una casa para un lisiado, debo reconocer que me produce un sensación muy inquietante; y más sabiendo que el lisiado es hombre y que tiene mucho dinero. Me recuerda a esa escena tan tristemente graciosa de “la naranja mecánica”, cuando él vuelve a esa mansión súper moderna, donde un tiempo antes habían cagado a palos al dueño y violado a su mujer frente a él, de una forma súper humillante. Y de pronto aparece el tipo en silla de ruedas en su súper casa, pero en vez de estar la súper rubia, tiene de guardaespaldas a un súper-puto haciendo fierros en el living. También me produce mucho morbo el hecho que la casa se haya transformado quizás en una de las obras más publicadas de este arquitecto. Publicaciones en las cuales queda descripto hasta el límite de lo obsceno la secuencia de aseo del tipo en la silla de ruedas, a razón de describir lo correcto del diseño de todo el equipamiento del baño. Que más que un baño parece una de esas salas de enemas-sexuales que se ven por Internet. Repleto de artefactos, canillas y duchas de manos a alturas especiales, junto a la silla fija con sus respectivos arneses de sujeción del torso donde poder ducharse sentado, y todo esto decorado con estantes y bachas de vidrio especialmente diseñadas por Maarten van Severen, que agregan al espacio un aspecto digno de la arquitectura hospitalaria de luxe. Y si de artefactos hablamos, no puedo dejar de recordar el ascensor plataforma de 3.00 x 3.50 m, cuya instalación se encuentra documentada y publicada, y es de un altísimo grado de complejidad no apto para arquitectos. Verdaderamente increíble pensar en el grado de dominio público que se encuentra la situación intima de este señor. Esto es arquitectura sin tabúes, esto es arquitectura gay.


Quizás hablar de arquitectura gay es hablar de ciertas metas en la arquitectura. La relación entre el uso-habitar = laburo, y el defecar, y el sexo.
Uniendo placer y trabajo, separando actividades humanas de esfuerzo extra, inclusive en el arte y las disciplinas orientados a la experiencia creativa. Restarles el esfuerzo como garantía de eficiencia ¡Deshagámonos de políticas académicas, especialmente si éstas están pasadas de moda! No permitiendo el esfuerzo insalubre en la experiencia de transitar la arquitectura. Y más aún en el trabajo pesado, logrando el esfuerzo totalmente orientado al placer. Pero no meramente al placer carnal y físico, si no también psíquico y social.
El transitar la arquitectura como si fuese una fantasía sexual pública.




1001 BUILDINGS you must see before you die


Casa Ponce
1001 BUILDINGS you must see before you die
(Quintessence Books) (Hardcover)
by Mark Irving (Editor)


Located on the slope of the historic section of San Isidro Labrador to the north of Buenos Aires, Mathias Klotz’s most renowned work challenges the tolerance of the domestic in relation to the skills of modern architecture.

Partly semi-underground and almost entirely a cantilevered building, Casa Ponce- more than three-quarters of which floats above the ground and itself- is not only a disturbing and spectacular architectural structure but also an overt metaphor for the fetish of contemporary architecture: the cantilevered box.

On a 21,528 square-foot lot in a dramatic rectangular shape, Klotz resolves the quite unchallenging single-family housing program with a provocative twist: providing, on such a narrow lot, open views of the Río de la Plata, located behind the property. The layout of the parallel bars along the length of the lot struggles with the problematic decision not to divide the lot in two.

A compact concrete bar rests on the edge that it shares with the glass box in the middle, and all the elements seem to float on a small semi-underground volume where the services are housed. The bedrooms are on the upper level, with its fabulous garden deck, while the crystal volume houses the living room, deceiving the eye and making the pool appear to extend over the river on the horizon. The service rooms, the machine rooms and the laundry room literally hold up the house.

The functionality of such vertiginous cantilevers could be debated, as could the simple structural provocation of making weekend bathers seem to levitate; clearly, the work of this still young architect does not only aim to provide heavenly views of the landscape, but also to add a bit of dramaticism to life in these riverside suburbs. P.A.B.


lunes, 16 de marzo de 2009

¡No vas a comparar!

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